lunes, 19 de septiembre de 2011

Tomando la lección

Aparte del jolgorio habitual de un cumpleaños, la vida pasa revista anual de esas metas y proposiciones hechas antes de las copas de aguardiente. Si bien para algunos este análisis les llega los 31 de diciembre, para mi es el 18 de septiembre, es el momento que suma (o resta) tiempo en la tierra, que pondera las acciones y marca inicio o finales de metas.

Este año fue muy particular, tres meses antes de mi cumpleaños publiqué una lista de regalos que quisiera recibir ese día, treinta menos tres, y ahora sabrán qué sucedió con eso. En un principio pensé que no recibiría ninguno, de hecho sabía que había cosas difíciles de conseguir, sin embargo mi sorpresa fue enorme pues los recibí casi todos.

El sábado a eso de las diez de la mañana, tocaron a la puerta para entregarme una caja blanca, no muy pesada, pero grande. Tenía una imagen de un oso panda con una osa polar pegada en un lado y el remitente no sería otro que César, mi César, el César que ha protagonizado más de un post de este blog, el hombre de mi vida, el amor que me ha hecho sentir todo el espectro de emociones, por el que suspiré casi hasta el límite de la apnea y que la vida me pone al lado para aprender, enseñar, sentir, comprender y amar. Tuvo la dedicación que sólo siente quien ama, para durante dos meses recolectar 10 regalos de la lista, los más significativos (Hablaré de eso en el post de los regalos). Adicional a esa cajita de pandora, me hizo llegar la torta que ayer compartí con amigos, unos que sin importar que los hiciera esperar dos horas, me cantaron cumpleaños y se sometieron al rodadero tenebroso de Frisby; porque fue ahí donde celebré.

Y aquí estoy, enfrente de esta hoja pensando en las cosas que me propuse y cuáles alcancé o al menos por cuáles trabajé. Lo cierto es que he conseguido muchas, otras simplemente llegaron sin pedirlas, pero lo más importante es haberme encontrado a mí. Tuve un año bastante complicado, a nivel personal me enfrenté a muchas situaciones que pusieron a prueba mi estabilidad, mi fuerza y mi orgullo; no pasé la gran mayoría, me rajé casi que con las peores notas, pero la vida en su infinita sabiduría me permitió levantarme, no como el ave Fénix, que además sería bien cliché, sino como mujer, en mi estado más vulnerable, con la desnudez del alma aporreada y con ganas de gritar que estaba viva y ahí estoy, preparándome para hacer eco con mi voz.

La vida sola se equilibra dicen por ahí, pero toca actuar; dar un poco para recibir otro tanto, por eso y por todos los 18 de septiembre que me permitan pasar en esta vida, gracias. A las personas que de alguna forma estuvieron conmigo haciendo parte de este año de lecciones, gracias. Al hombre que me enseñó a ver el valor en mí, que enfrentó la desesperanza, el dolor, el desespero, la ira pero por encima de todo el amor a mi lado, gracias.

Quizás no pasé con 5, de pronto estoy raspando el curso, pero espero al final de la carrera, sentir la tranquilidad que se siente cuando sigues caminando y atrás queda una sonrisa alumbrando tu camino.