sábado, 15 de febrero de 2014

Auxilio, doña Venezuela


Si pudiéramos comparar lo que sucede en Venezuela con hechos mas cercanos a nuestras vidas, diría que es un matrimonio que después de 1 año entra en proceso de divorcio. 

Tomado de: vivavenezuelalibre.blogspot.com
Nicolás Maduro, casado con Venezuela, viuda de Chávez (Hugo Rafael Chávez ex esposo, abusador, maltratador; duraron casados  14 años), padrastro de 40 millones de hijos, fue denunciado por su esposa por maltrato, abuso físico y psicológico de ella y de sus hijos, doña Venezuela sufre de síndrome de Estocolmo (después de tantos años de abuso ya se identifica con su victimario). Posee señales claras de abuso físico y a pesar que se le facilita un médico forense para establecer las causas y sustentar su denuncia, ella se niega a dejarse examinar por miedo a las consecuencias, y se puede ver en su rostro una duda clara de lo que acaba de hacer, esta confundida, las autoridades solo le aconsejan que instaure una caución para evitar que su esposo la vuelva a maltratar y  lo denuncie, pero Doña Venezuela aún no se decide, llora y sólo le preocupan sus hijos y su bienestar. Indaga a las autoridades por ellos y le dicen que algunos ya son mayores de edad y pueden optar por defender a su padre, otros buscarán que él se aleje de su madre y se pararán en frente de ella para defenderla, otros ya han abandonado el hogar por que creían que no iban a poder crecer en el.

Don Nicolás Maduro al ser interrogado, culpa a sus hijos de entrometerse en su relación, dice que son groseros, violentos y no respetan la privacidad entre él y doña Venezuela. Algunos de sus hijastros están de acuerdo con él y culpan a sus hermanos de no obedecer a su nuevo padre, incluso le piden a su madre que no lo denuncie, que nada es culpa de él, que ella debe de ser mas sumisa, que si hace lo que su esposo le pide todo va a estar bien y no habrá necesidad de meter a las autoridades en problemas que se pueden resolver en casa.

Queda claro que nada va a suceder hasta que Doña Venezuela tome la decisión de hacer algo, Don Nicolás sigue siendo su esposo legitimo pues ella le dio el si en el altar.

Así como en este símil, las posibilidades están servidas para Venezuela y es su pueblo quién deberá decidir. 

Viví en Venezuela y conocí a su gente,  tengo amigos en ese país y sólo puedo lamentar su actual situación. Espero, por el bien de sus hijos, que las cosas mejoren.

Que D-os cuide a mis hermanos venezolanos.

Por: Moshe Singer -  @moshesinger1

lunes, 10 de febrero de 2014

El cangrejo

Caminamos en una sola dirección, ignorando que a nuestro alrededor tenemos múltiples opciones y cuando la vida toma decisiones por nosotros, abrimos los ojos ante realidades que siempre estuvieron y elegimos no ver.

Nunca había sentido tanta fuerza en una mirada, como en ella. Sus ojos de un café oscuro, que se hace firme en el borde del iris y tenue mientras se acerca a la pupila, relataban una historia que se pasea entre la sorpresa, el dolor, la valentía y la esperanza. Hacía cuatro meses, el resultado de unos exámenes médicos, le anunciaban que su cuerpo gritaba por auxilio. Tenía cáncer de seno. Recuerda, mientras baja los párpados para evitar que una cascada de agua delate la presión en su pecho, que el día que recibió el diagnóstico, hacía el plan de trabajo de la semana con sus compañeras; su madre y su hermana asumieron la difícil tarea de darle la noticia y soportar su reacción. Llorar es una constante cuando se tiene miedo, y es que alrededor de una enfermedad como el cáncer se tejen tantos mitos, que termina uno por creer, que es una palabra impronunciable.

Sus manos son suaves y dan muestra de haber empuñado dolor. Las quimioterapias han dejado huella y entre manchas verdes y moradas, se distinguen pequeños puntos por donde ha viajado la opción de aferrarse a la vida. En su sonrisa se nota el deseo por vivir, se dibuja sincera y a veces miedosa, porque busca aceptarse y creer que sí, sí vamos a salir de esto. Su cabeza se viste de luz, atrás quedaron los días en donde hilos de negro azabache se movían al compás de la brisa de los Farallones; ahora está tan despejada como su mente, protegida por telas de diferentes colores que ha ido coleccionando y se han vuelto parte esencial de su ajuar. Está reconociendo su cuerpo, las cejas han perdido su grosor con el paso del tiempo, los medicamentos son así, te quitan un poco de ti para curarte. Pero su alma no miente, la sientes cuando te habla, se le sale del cuerpo para acercarse y te dice: “Estoy y estaré viva, porque lo quiero”.


A ella, que tan valiente y decidida quiere que su sonrisa se pueda vestir de los pliegues en su rostro, producto de la edad, toda mi admiración.