lunes, 10 de febrero de 2014

El cangrejo

Caminamos en una sola dirección, ignorando que a nuestro alrededor tenemos múltiples opciones y cuando la vida toma decisiones por nosotros, abrimos los ojos ante realidades que siempre estuvieron y elegimos no ver.

Nunca había sentido tanta fuerza en una mirada, como en ella. Sus ojos de un café oscuro, que se hace firme en el borde del iris y tenue mientras se acerca a la pupila, relataban una historia que se pasea entre la sorpresa, el dolor, la valentía y la esperanza. Hacía cuatro meses, el resultado de unos exámenes médicos, le anunciaban que su cuerpo gritaba por auxilio. Tenía cáncer de seno. Recuerda, mientras baja los párpados para evitar que una cascada de agua delate la presión en su pecho, que el día que recibió el diagnóstico, hacía el plan de trabajo de la semana con sus compañeras; su madre y su hermana asumieron la difícil tarea de darle la noticia y soportar su reacción. Llorar es una constante cuando se tiene miedo, y es que alrededor de una enfermedad como el cáncer se tejen tantos mitos, que termina uno por creer, que es una palabra impronunciable.

Sus manos son suaves y dan muestra de haber empuñado dolor. Las quimioterapias han dejado huella y entre manchas verdes y moradas, se distinguen pequeños puntos por donde ha viajado la opción de aferrarse a la vida. En su sonrisa se nota el deseo por vivir, se dibuja sincera y a veces miedosa, porque busca aceptarse y creer que sí, sí vamos a salir de esto. Su cabeza se viste de luz, atrás quedaron los días en donde hilos de negro azabache se movían al compás de la brisa de los Farallones; ahora está tan despejada como su mente, protegida por telas de diferentes colores que ha ido coleccionando y se han vuelto parte esencial de su ajuar. Está reconociendo su cuerpo, las cejas han perdido su grosor con el paso del tiempo, los medicamentos son así, te quitan un poco de ti para curarte. Pero su alma no miente, la sientes cuando te habla, se le sale del cuerpo para acercarse y te dice: “Estoy y estaré viva, porque lo quiero”.


A ella, que tan valiente y decidida quiere que su sonrisa se pueda vestir de los pliegues en su rostro, producto de la edad, toda mi admiración.  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Palabras muy bien entrelazadas. Gracias. Luchadora hermosa sigue así te queremos muuucho. Mary

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